La maternidad ha cambiado mi forma de pensar y particularmente, mi forma de concebir el trabajo. A continuación una nota que encontré entre los apuntes de la última crónica de viaje que escribí para Satena:
Desde Alcalá, en el límite del Norte del Valle, Quindío y Risaralda,
Ya no me pertenezco. Soy la mamá de alguien que no está conmigo. El clima es increíble, las chicharras se oyen en la tarde. Cuando bajaba flotando boca arriba por el río junto a la canoa de guadua, cuando tomaba notas sobre arrayanes, caracolíes y yarumos que desfilaban, el baile de los siriríes y las garzas en el lomo de cebús que venían a tomar agua en la orilla, pensaba que tengo el mejor empleo del mundo. Pero yo no soy eso. A veces hago el papel de reportera, y ahora ese papel se ha vuelto más rico que nunca. Ahora es un juego ligero y divertido, un juego de rol, un rato emocionante de función escénica. Pero por fuera de las tablas está el pedacito de mí que me mueve.
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